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Reseña Histórica - Parte VI -

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Mensaje  ADMIN Sáb Mayo 24, 2008 3:19 pm

Reseña Histórica - Parte VI -

BOGOTA: UNA PRUEBA DE FUEGO


Si Medellín marco el comienzo de una etapa decisiva en el proceso de conformación del Serpaj, el III Encuentro Continental llevado a cabo en Febrero de 1978 en Bogota (Colombia) puede señalarse como su prueba de fuego, ya que las dificultades habían aumentado notoriamente, afectando tanto la realización del evento como la continuidad de su trabajo.
A pesar de la intensa actividad desplegada en esos cuatro años (varios encuentros de intercambio de experiencias y formación, apoyo a nuevos grupos, diversas campañas de denuncia y solidaridad, compromiso creciente con los derechos humanos y de los pueblos) el Servicio llego a Bogota bastante golpeado por la oleada represiva que azotaba al continente.
Desde Abril de 1977, la prisión de Adolfo en Argentina (14 meses en la cárcel y 14 con libertad vigilada) había dejado sin cabeza visible al Serpaj, hecho que evidentemente restaba fuerzas y ampliaba las incertidumbres respecto al futuro del proceso ya encaminado.
En este periodo, salvo los grupos de Brasil, Chile y Ecuador, variaron todos los contactos y responsables designados en Medellín, lo que dificulto en grado sumo la tarea que una vez mas debió dirigirse al establecimiento de nuevas conexiones. El marco represivo no solo dificulto esta labor (realizada en medio de rígidos criterios de seguridad) sino que, en muchos casos, creo impedimentos para la obtención de una representatividad adecuada en la reunión.
Con ese cuadro y con una organización que –empujada por las circunstancias- debió concentrar buena parte de sus esfuerzos en acciones de resistencia y denuncia de las incesantes violaciones de Derechos Humanos, el Serpaj se abocó a la realización de su asamblea en la que se impuso una evaluación detallada de lo actuado y un análisis a fondo del proyecto futuro del Serpaj, de su orientación ideológica, de sus líneas de acción y de su propia estructura.
De acuerdo a estos alineamientos, y a lo que ya era habitual en los Continentales, la reunión planteo una visión actualizada de la problemática latinoamericana, a partir de la cual, se afirmaría la necesidad de una división regional que contemplase los tres grandes núcleos de acción del Serpaj:
- Región Cono Sur (Argentina, Brasil, Chile, Paraguay y Uruguay) en la que ya se contaba con secretarios nacionales.
- Región Andina (Colombia, Bolivia, Ecuador y Perú)
- Región Centroamérica y Caribe (México, Costa Rica, Guatemala, Honduras, Panamá, Nicaragua, Puerto Rico y Venezuela).
Si bien hasta el presente esta esquema no ha logrado su efectivo funcionamiento (por diversos factores cuyo análisis escapa a los objetivos de esta reseña) continúa planteándose como el más adecuado. No solo a las características geopolíticas de América Latina, sino al propio desarrollo del Servicio, en la medida que a lo largo de estos años ha logrado imprimir un esfuerzo común en cada una de estas regiones.
Mas allá de la discusión plateada en Bogota en torno a la adecuación organizativa, la necesidad de una estructura liberadora y al avance de las definiciones obre los distintos niveles de dirección (coordinación latinoamericana, regional y nacional) el tema de la identidad del Servicio ocupo buena parte de la tarea de las comisiones y los sucesivos plenarios.
La caracterización del Serpaj, sus orientaciones y sus diferencias con otra organizaciones, fueron los tres puntos básicos en los que se centró la discusión.
En líneas generales, en esta reunión el Servicio confirmaría su identidad, que había estado presente desde el principio en el enfoque común que había orientado sus actividades, toma de posiciones, publicaciones, personas y grupos vinculados a él a lo largo de su historia.
En Bogota estas orientaciones se explicaros de la siguiente manera:
“El Servicio ha tenido, tiene y desea mantener en el futuro, una carta de identidad fundamental, que pueda concretarse en 3 puntos:
- El compromiso con los oprimidos en la búsqueda de la justicia, la liberación y el respeto de los Derechos Humanos, en la situación de opresión de América Latina, en orden a construir una sociedad justa y libre de explotación.
- La inspiración predominante cristiana-ecuménica, abierta a sectores no cristianos.
- La orientación noviolenta (explícita o implícita en los grupos de base) que conjuga la reconciliación de las personas en el compromiso en la lucha de clases y que es exigida por la coherencia con el proyecto de hombre y de sociedad buscados.”

En síntesis entonces, el Serpaj se planteaba a si mismo como un secretariado que coordinaba o concretaba la unión de grupos ya existentes y que, por lo menos, funcionaria con un equipo propio (o de referencia) a nivel nacional.
Esto sujeto a un marco de identidad básico, aprobado por consenso y sintetizado en los puntos que se mencionaron antes: compromiso con el proceso de liberación de América Latina, inspiración noviolenta (explicita o implícita) y una óptica cristiana-ecuménica.

RIOBAMBA: ENTRE EL CRECIMIENTO Y LA AFIRMACIÓN


La propia dinámica posterior del Serpaj, señalada entre otras cosas por un lento pero incesante proceso de crecimiento y afirmación de los Secretariados Nacionales (en el Continental realizado en Ecuador en 1982, ya existirían Secretariados en Panamá, Colombia, Perú, Brasil, Chile, Argentina y Uruguay) y por el significativo impulso internacional que siguió a la obtención del Nóbel de la Paz (1980) por parte de Adolfo Pérez Esquivel, conduciría a una etapa de grandes transformaciones, en la que se proyectaría notoriamente si influencia y se plantearía mayores exigencias en sus definiciones ideológicas.
El aporte de experiencias de lucha muy diversas, fruto de los compromisos asumidos a nivel de las organizaciones de base por un lado y de las respuestas mas estructurales por otro, significo un avance cualitativo (sorpresivo en parte) que ha enriquecido enormemente al Serpaj planteándole mayor complejidad a la hora de pulir sus referencias ideológicas y de identidad, que sin duda existen perfiladas a ese accionar conjunto de mas de una década.
El Continental de Riobamba se lleva a cabo en medio de una intensa actividad latinoamericana, no exenta de las zozobras habituales que eran expresión del cerco de terror impuesto por las dictaduras.
Sin embargo, la situación general del continente ya presentaba evidentes signos de cambio. Las conclusiones de Riobamba fueron expresadas en los documentos finales y en las cinco líneas de acción, que ubicarían la tarea conjunta durante los cuatro años siguientes.
Dichas líneas fueron redactadas en forma de consignas. La primera referida a la identidad y las otras a los compromisos asumidos en relación a cuatro aspectos claves de la acción:
“1-La paz como fruto de la justicia...
2-No a la industria de la muerte, si a la vida y a la paz...
3-Por una patria grande, solidaria y fraterna...
4-Por un pueblo lucido, organizado y movilizado para su liberación
5-Por una Iglesia evangélica y liberadora...”
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